Argentina. A la caza de jubilados, hinchas y zurdos en la Argentina del ultraderechista Milei

Por Gustavo J. Veiga. Resumen Latinoamericano, 13 de Marzo de 2025.
Durante la marcha de los jubilados donde las fuerzas de seguridad reprimieron a adultos mayores y jóvenes, sin identificación partidaria, la estrategia de la ministra Bullrich fue saturar la plaza Congreso de gases lacrimógenos, balas de goma y montar una obra teatral de provocaciones. Hay un fotoperiodista herido de gravedad que lucha por su vida. La gente también marchó de madrugada hacia la Casa Rosada.
Un hincha del club El Porvenir en Congreso a pocos metros de la policía que reprimió de modo brutal la marcha de los jubilados que fueron apoyados por una multitud multicolor. Imagen: Efe.
Este gobierno no admite sutilezas. No las entiende. Hace gala de su política bestial y sigue cosechando repudios. Empecemos por definirlo: es una estafa política piramidal. Quizás le sea familiar el concepto en tiempos del escándalo cripto. Para que no finja más su realidad paralela, de fake news, trolls y otras lindezas virtuales. La gramática libertaria ahora encontró un “otro” hecho a su medida para seguir surfeando la ola de su crueldad cotidiana. Y sacó del closet una nueva matrioshka represiva para alambrar las calles del país. Ese otro es lo que llama barrabravas, violentos de la tribuna, poniéndolos a la misma altura de los “zurdos que van a correr”.
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Endureció el derecho de admisión a partidos de fútbol por manifestarse en camiseta junto a los jubilados. Si vestís la de Boca, River, Chacarita o Nueva Chicago y acompañás al Congreso a tu abuelo que cobra la mínima, se te aplicará la ley 23.184. La de prevención y represión en espectáculos deportivos. O sea, la esquina de Rivadavia y Callao pasó a ser el Cilindro de Avellaneda o el Coloso del Parque Independencia. Los palos o los gases son los mismos.
Durante la marcha donde las fuerzas de seguridad reprimieron sin asco a adultos mayores y jóvenes sueltos, sin identificación partidaria ni cordón de seguridad, la estrategia de Bullrich fue saturar la plaza Congreso de gases lacrimógenos, balas de goma y montar una obra teatral de provocaciones. En protestas anteriores de jubilados la zona se vallaba, pero esta vez no. Volvieron los contenedores incendiados y un clásico: el patrullero ardiendo como en una fogata de San Juan. Habrá que esperar las pericias, claro. Pero de lo que no hacen falta constataciones probatorias es del cartucho de gas lacrimógeno que le perforó la cabeza al fotoperiodista Pablo Grillo, herido de gravedad. O de la jubilada que recibió un bastonazo de un policía en la frente y cayó desmayada en la calle.
En la producción de sentido que pretenden imponerle a la sociedad, Milei, Bullrich y sus esbirros de uniforme hoy colocan enfrente a ciudadanos que según su lógica justifican con creces su coartada represiva. Los azuza una turba de periodistas que contribuyen al uso de la cachiporra. Algunos ejercieron el oficio desde las canchas. Fue en otra época. Ahora son propaladores del experimento neofascista en curso. Se ceban con una palabra que despierta su entusiasmo: barrabravas.
Jamás hicieron un aporte a la comprensión de lo que pasa en el territorio multitudinario del fútbol hace décadas. La teoría del aguante surgió de profesores de la Universidad Pública. La revelan decenas de trabajos académicos y periodísticos. Podrían leer textos de Pablo Alabarces o Verónica Moreira. Mi humilde aporte es Donde manda la patota, barrabravas, poder y política (1998).
La cuestión nodal es que a esta última marcha bajo lemas como Basta de reprimir a los jubilados” o “Todxs somos hinchas, todxs seremos jubiladxs” no convocaron los pesados del tablón. Lo hicieron futboleros de a pie, abuelos que son socios vitalicios de sus clubes, jóvenes que estudian en universidades, trabajadores precarizados o expulsados del sistema laboral por Sturzenegger. El ministro que ya no es bienvenido en Gimnasia y Esgrima La Plata. Simpatiza con sus colores, pero detectado en un partido fue repudiado y tuvo que escaparse de la platea.
Esta vez llamaron a marchar junto a los jubilados las Coordinadoras de Hinchas, de Derechos Humanos del Fútbol Argentino, la de Fútbol Feminista, las comisiones o subcomisiones de DDHH de cada asociación civil en la Argentina que la marabunta libertaria pretende transformar en sociedades anónimas. Hinchas que son profesionales, intelectuales, artistas, orgánicos o independientes de los partidos políticos, sindicalizados, estudiantes, hombres y mujeres que construyeron una agenda propia de reivindicaciones que incluye frenar el maltrato a los jubilados.
El régimen libertario se equivoca feo. Y hasta puede montar una o más provocaciones para justificar su estrategia de mano dura. Ya lo hizo. No sería extraño que lo haga una vez más. Está perdiendo terreno a paso redoblado. La crispación en sus filas terminó ayer a las piñas adentro del Congreso. Milei, Bulrrich y su tropa nostálgica de la dictadura trasladaron el folclore del fútbol a las calles del centro. Juegan su juego con fuego. La dinámica de los hechos nos acercó este miércoles otro paso más a una posible remake del 2001. Tan cercano como distante.
El Topo que se infiltró en el Estado para destruirlo dejó intacta una parte clave de su estructura que le permite sostenerse. El aparato represivo del que todo monarca con sueños de grandeza necesita rodearse. “Paro, paro, paro general…” cantaba una porción importante de la multitud que marchó en la Capital y el Gran Buenos Aires hacia la noche. Los cacerolazos se escucharon también en muchos barrios. De la CGT no se conoce el paradero.
De quienes tomaron las calles y plazas por un rato, no sobrevivió una supuesta evidencia desmontada fácilmente. No había barrabravas organizados entre los jubilados. Si se presentaban así hubieran viajado hasta el Congreso con custodia policial. Como cada día de partido, en sus colectivos escolares o de línea y con patrulleros cerrándoles el paso por delante y por detrás.
Fuente: Derribando Muros
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