Pensamiento Crítico. EU: plutocracia sin máscaras

Por Carlos Fazio, La Jornada, Resumen Latinoamericano, 3 de febrero de 2025.

Vigorizada por la llamada Pay­Pal Mafia del Silicon Valley de California, impulsora del tecnocapitalismo de plataformas, la plutocracia monopólica y financiera de Wall Street asumió el poder político en Washington por la vía electoral. Ellas financiaron la campaña de Donald Trump a la Casa Blanca, y ahora, esa oligarquía aristocrática −como la llamó Oxfam− ha decidido desatar una nueva fase de la guerra de clases (Warren Buffet dixit) en todo el orbe, en un intento desesperado por preservar la hegemonía imperial en un mundo que transita de manera larvada hacia un multipolarismo. El 1º de febrero Trump inició una guerra de balanza de pagos contra sus tres principales socios comerciales: China, Canadá y México −y amenazó a la Unión Europea y al BRICS−, lo que tendencialmente podría derivar en un crac financiero que, a la postre, terminaría por erosionar aún más al imperio del caos, como definió a Estados Unidos, en 2002, Alain Joxe.

La joya de la corona de lo que la revista globalista británica The Economist denominó presidencia imperialista (sic), es un mandatario multimillonario (se estima que Trump pesa 6 mil 800 millones de dólares), financiado y respaldado política e ideológicamente por las personas más ricas del mundo: Elon Musk, adepto al saludo nazi y propietario de la automotriz Tesla, la empresa espacial Space X y la red social X (Twitter), con un patrimonio neto reportado de 433 mil millones de dólares; Jeff Bezos, de Amazon y Blue Origin (239 mil millones); Mark Zuckerberg, de Meta (211 mil millones); Larry Ellison, de Oracle (206 mil millones); la israelí-estadunidense Miriam Adelson, heredera del imperio de casinos Las Vegas Sands y megadonante republicana (32 mil millones); el magnate de los medios Rupert Murdoch (22 mil millones); Brian Armstrong, de Coinbase (12 mil millones); Peter Thiel y Alex Karp, ambos de Palantir (10 mil millones y 4 mil millones, respectivamente); Tim Cook, de Apple, y Sam Altman, de Open AI (ambos con 2 mil millones), y Sundar Pichai, de Alphabet, matriz de Google (mil 100 millones).

A la zaga de los llamados barones ladrones John P. Morgan (Banca Morgan), Cornelius Vanderbilt (industria ferroviaria y marítima), Andrew Carnegie (US Steel) y John D. Rockefeller (Standard Oil), y más recientemente magnates como Warren Buffett (Berkshire Hathaway), George Soros (Grupos Carlyle y Bilderberg), Bill Gates (Microsoft), Michael Bloomberg (Bloomberg LP, comunicación) y Larry Fink (fondo buitre Black­rock) −que históricamente han jugado un papel determinante en las decisiones políticas y económicas de EU, pero, en general, tras bastidores− la recién inaugurada era de los oligarcas, precedida por la insurgencia plutocrática, exhibe la llegada al poder político de quienes integran lo que Yanis Varoufakis ha denominado tecnofeudalismo, una suerte de imperialismo digitalizado como fase superior del capitalismo, que ejerce de facto el control oligopólico de la tecnología y la ­(des)información.

Entre los nuevos señores feudales de la big tech con influencia política-ideológica sobre Donald Trump (y con control político sobre él, según el senador Bernie Sanders), destacan Elon Musk, Peter Thiel y David Sacks, arquitectos de la conexión antiwoke entre Silicon Valley y Washington. Junto con Reid Hoffman (LinkedIn) y Keith Rabois (Founders Fund), los tres magnates conformaron un círculo de élite conocido a finales de los años 90 como el PayPal Mafia, en referencia a la empresa de pagos por Internet PayPal en la que participaron. Pese a sus volátiles diferencias ideológicas, Musk, Thiel y Sacks (quien en 2021 lanzó la plataforma de podcasts Callin), han desplegado un gran activismo político diseminando las ideas anarcocapitalistas libertarias transhumanistas en boga en el seno del movimiento conservador mundial, y han convertido el proyecto del gulag digital (de Davos) en un campo de batalla político, económico, ideológico y cultural, pero también geopolítico (imperialismo digital), vía la militarización de sus infraestructuras tecnológicas mediante el uso de la inteligencia artificial (IA), incluida la integración de datos de vigilancia y reconocimiento para proporcionar información sobre contraterrorismo e inteligencia en el campo de batalla, siempre al servicio del Pentágono, la CIA, la NSA y la FBI −con las que han amasado millonarios contratos−, y del complejo militar industrial israelí, del que son cómplices −en particular los halcones tecnomilitaristas de Palantir, Amazon, Google y Microsoft, junto con la pasada administración Biden− en la guerra de exterminio, genocidio y castigo colectivo en Gaza, contribuyendo de paso a la normalización de la guerra como estado permanente.

Además de una eficaz estrategia cognitiva, la nueva presidencia imperial en la Casa Blanca cuenta con un plan bien estructurado elaborado por la Fundación Heritage, influyente think tank asociado al neoconservadurismo de la era Reagan: el Proyecto 2025, basado en una combinación de aislacionismo selectivo, pragmatismo económico y un enfoque militarista, signado por una agenda ultranacionalista-imperial recargada y conservadora, que abarca, entre otros objetivos, la desregulación ambiental y energética; el apoyo al desarrollo de los combustibles fósiles; el impulso de la IA; una reforma fiscal y la reducción de impuestos a banqueros e industriales, y la renegociación del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), y que utiliza como herramientas coercitivas de su orwelliano eslogan la paz a través de la fuerza, la guerra proteccionista/arancelaria y las sanciones, así como la deportación vejatoria y militarizada de inmigrantes indocumentados (el sadismo político como espectáculo), incluido el anuncio del envío al campo de concentración y torturas experimentales de EU en Guantánamo, Cuba, de los migrantes expulsados que no sean recibidos en sus países de origen.

No obstante, la guerra de clases lanzada por la plutocracia de EU contra el resto del mundo podría fracasar. En la coyuntura, la irrupción de DeepSeek, el nuevo modelo de IA chino gratis y de bajo costo, significó un duro golpe al millonario proyecto emblemático de Trump: Stargate, donde se encuentran nucleadas OpenIA (ChatGPT), Oracle, SoftBank y MGX, sacudiendo de paso a Meta (Facebook, Instagram y Whatsapp), Google, Nvidia y Anthropic. Y lo que parecía asomarse como una competencia tecnológica de punta está comenzando a moldearse en un panorama claramente a favor de China.

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