Venezuela. Campaña de terror imperial: la respuesta de un pueblo heroico

Por Stella Calloni, Resumen Latinoamericano, 26 de julio de 2024.


Cumpliendo con la Constitución nacional el próximo 28 de julio se celebrarán
elecciones presidenciales en la República Bolivariana de Venezuela, en medio
de una de las campañas más abiertamente golpistas que se registren en una
larga lista de acciones similares, y amenazas de invasión de Estados Unidos, lo
que cohesiona cada vez más a un pueblo y un gobierno heroicos, que han
resistido desde finales del siglo pasado la avanzada imperial.
Diez candidatos están inscriptos, incluyendo al actual presidente Nicolás
Maduro que lidera al Gran Polo Patriótico y cuyo opositor ultraderechista
Edmundo González Urrutia del partido Plataforma Unitaria Democrática
(PUND) es en realidad representante de Corina Machado y por supuesto de
Estados Unidos que, como siempre ha sucedido y más que nunca en estos
momentos, interviene abierta e ilegalmente en todas las elecciones de América
Latina.


Después de que en este siglo XXI viviéramos una primera década de unidad de
todos los países en diversidad, como sucedió con la formación de la
Comunidad de las Naciones de América Latina y el Caribe (CELAC) en 2011,
Washington ya había regresado a la Doctrina Monroe de 1823 “América (del
sur) para los americanos (del norte) colonizadora por excelencia, que fue el
comienzo del proceso de expansión de un imperio naciente sobre Nuestra
América.
Hasta hoy somos una mayoría de países dependientes, pero ante los
profundos y dinámicos cambios, cuando tambalea el Nuevo Orden Mundial
establecido por el poder hegemónico que agoniza, en lo nuevo que viene, ya
sucumbió el criminal unilateralismo.
Esto produjo la desesperada carrera de los gobernantes estadounidenses por
lograr el disciplinamiento de los países de nuestra región, mediante una
geoestratégica recolonización por medios diversos, siempre violentos, aunque
le llamen “golpe blando”.


Todo esto para controlar directamente los recursos naturales y grandes
reservas minerales, agua y otras, de lo que considera su “patio trasero”.
En este ámbito Venezuela representa uno de los mayores desafíos para el
plan imperial y su intento de dominación colonial, ya que es evidente la
capacidad de resistencia de su pueblo y el gobierno bolivarianos.
Imaginaron mal los tanques pensantes de Washington, que con la muerte del
presidente y líder de Venezuela y América Latina Hugo Chávez Frías, el 5 de
marzo de 2013, el ex canciller y vicepresidente Nicolás Maduro no podía ganar
las elecciones del 14 de abril de ese mismo año.

Por si fracasara esta visión, se había preparado un plan para desconocer los
resultados y ya estaba circulando en la red de medios que respondían al poder
hegemónico que iba a haber fraude, a pesar de que se había comprobado la
imposibilidad de hacerlo con un voto electrónico inviolable y probado ante
observadores de todo el mundo.
Esa misma noche de las elecciones y desde la madrugada del 15 de abril
Henrique Capriles Radonski candidato de Primero Justicia, encabezando la
Mesa de Unidad Democrática (MUD) después de desconocer el triunfo de
Maduro llamó a la insurrección a sus seguidores, actuando grupos de choque
motorizados, que sembraron muerte y destrucción, en centros de salud,
maternidades escuelas infantiles, y una cantidad de organismos
gubernamentales. El 16 ante el fracaso de no poder continuar, el mismo
Capriles depuso su actitud.
Entre los golpistas estaban Leopoldo López, Corina Machado y otros, que hoy
coinciden de nuevo en los planes en marcha, como lo estuvieron en todos los
intentos golpistas desde 2002, cuando se produjo el golpe contra el entonces
presidente Hugo Chávez Frías, que resultó ser el más corto en la historia de
nuestra región y en el mundo.
Vale la pena recordar que el pueblo en las calles de Caracas con un librito de la
nueva Constitución en las manos y fuerzas armadas patrióticas que se les
unieron, derrotaron el golpe en menos de tres días.
Millones de venezolanos celebraron el retorno de su presidente elegido por la
voluntad popular. Pero la oposición nunca detuvo la violencia y la mentira,
financiada sin disimulo alguno por las Fundaciones y ONGs, de Estados Unidos
y sus asociados, pero no pudieron acabar con la revolución bolivariana.
Muchas vidas se perdieron en el camino de las violencias opositoras, entre
estos fue muy fuerte lo ocurrido en el intento golpista de 2017 que dejaron
muerte y daños severos, y en 2019, cuando se intentó invadir a Venezuela,
tratando de ingresar camiones con “ayuda humanitaria” desde Cúcuta,
Colombia
Para entonces, febrero de 2019, el diputado opositor Juan Guaidó, quien se
había proclamado “presidente encargado” en enero de ese año en una calle de
Caracas acompañado por un grupo de sus seguidores, encabezaba el intento
de ingresar a Venezuela la supuesta “ayuda humanitaria” lo que se transformó
en un show mediático, pero muy peligroso.


Detrás de esos camiones estaba preparada la invasión de Estados Unidos,
previo desarrollo del plan con sus colaboradores internos, la derecha
venezolana más radical.
El gobierno de Maduro impidió el ingreso de los dos camiones mientras que los
propios opositores declararon a la prensa que esta “ayuda humanitaria” era
importante y clave para lograr la salida de Maduro.
Curiosa situación, mientras se bloqueaba la compra de alimentos
medicamentos y otras necesidades al gobierno venezolano, por la otra ¿Qué

podían resolver dos camiones de “ayuda humanitaria?” que ni siquiera llevaban
alimentos.
Hubo un momento en que la opositora Corina Machado reconoció ante la
prensa, que el bloqueo de Estados Unidos afectaba al pueblo venezolano, pero
que era “necesario” para lograr “que se levantaran “contra el gobierno ante la
falta de alimentos y todas las falencias sufridas.
Estaba todo dicho, como luego lo haría la misma Machado cuando pedía
abiertamente y sin subterfugios la invasión de Estados Unidos, y la instalación
de la derecha en el poder.
Esto fue público y es la razón por lo cual constitucionalmente se podía declarar
como “traidores a la patria” a quienes fueron responsables de los sufrimientos y
muertes producidos por el bloqueo y de pedir nada menos que la invasión
militar, con todo lo que estos significaría en vidas y entrega de soberanía.
De la misma manera no hubo rendición ante el bloqueo, a pesar de la brutal
guerra económica, psicológica, política y desestabilizadora, recurriendo a todos
los esquemas de la contrainsurgencia, con acciones violentas de mercenarios,
sabotajes y asesinatos acompañados del terrorismo mediático, tan común en
toda la región hasta estos días.
El bloqueo significó el saqueo de los millones de dólares depositados en los
bancos de Estados Unidos, dinero venezolano de la venta de petróleo.
Además se apoderaron de la empresa Citgo, la mayor refinería de Venezuela
en el mundo, mientras Gran Bretaña como antiguo pirata, que sigue siendo
decidió quedarse con el oro depositado -como el de otros países- en Londres.
Además Washington arrastró a Europa en su tarea depredadora, imponiendo
multas millonarias a los países, empresas y bancos que intentaran negociar
con Venezuela. Durante la pasada pandemia fueron congelados los fondos
adelantados para la compra de medicamentos, como fue el caso de un banco
en Portugal.
Es una historia extraordinaria en sus detalles, que es imposible desarrollar en
estas líneas, pero hay que recordar que en todos los casos la Organización de
Estados Americanos (OEA) fue activa participante del golpismo desde 2013
cuando estaba el chileno José Miguel Insulza, y ahora el uruguayo Luis
Almagro, que abiertamente participó en el golpe contra el presidente boliviano
Evo Morales en 2019.
“A diferencia de 2018, con las elecciones celebradas en plena crisis económica
(bajos precios internacionales del petróleo, elevado endeudamiento, fuerte
contracción económica…), hoy la situación ha mejorado mucho. Tanto el Fondo
Monetario Internacional (FMI) como la Comisión Económica para América
Latina (CEPAL) de la ONU proyectan un crecimiento del PIB del 4% para 2024
en Venezuela” sostiene en un análisis del italiano Marco Comsolo de la
Izquierda Europea, tomado de su blog por la revista digital Politika de Chile .
Añade que “además la inflación se ha reducido significativamente con un freno
parcial a la especulación cambiaria, ha disminuido el uso de facto del dólar y se
ha restablecido la circulación del Bolívar (moneda nacional), también en forma

digital. Ha habido avances en sanidad y educación (con una recuperación en
torno al 30%), pero sobre todo en la estratégica autoproducción de alimentos:
si tras la victoria de Chávez se importaba alrededor del 70 por ciento de los
alimentos, hoy el 80 por ciento, se produce en el país. Un logro clave, rumbo a
la soberanía alimentaria”.
Señala que “la decisiva producción de petróleo, que había caído a mínimos
históricos en los últimos años, ha vuelto a acercarse al millón de barriles por
día y ya no es el único producto de exportación. No es casualidad que
multinacionales extranjeras como Chevron, Repsol y la italiana ENI estén
trabajando en el país y buscando nuevos contratos”
En su análisis considera que “tampoco es casualidad que, desde diciembre de
2023, en busca de petróleo, la Casa Blanca haya querido retomar el contacto
con el gobierno venezolano, impulsada por la crisis en Oriente Medio y los
peligros de transporte en el Mar Rojo. Lo ha hecho dejando de lado a la irritada
y pendenciera oposición venezolana, sin abandonar el objetivo estratégico de
derrotar al «chavismo» y a su expresión política. Pero la seguridad energética
que puede representar Venezuela para todo el hemisferio occidental no tiene
parangón en esta parte del mundo”.
Estamos viendo el renacer de Venezuela, evidenciado en las masivas
movilizaciones en cada acto de Maduro y su equipo que permanece y se
agiganta. La alegría es más que visible, aunque se la quiera ocultar en esta
feroz campaña. El pueblo venezolano transmite esperanza, y no hay lugar
para ambiguos y menos aún para aquellos que quieren olvidar la solidaridad
venezolana aún en sus más dramáticos momentos.

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