Nigeria, un nuevo jugador en el conflicto


Guadi Calvo*, Resumen Latinoamericano, 28 de junio de 2024.

Estados del noroeste y algunos del centro norte de Nigeria, desde hace poco más de
quince años, han ido lentamente cayendo bajo el accionar del grupo terrorista Boko
Haram, y tras el cisma de 2015, también se han incrementado las operaciones del muy
activo, Wilāyat Garb Ifrīqīyā, (Provincia del Estado Islámico del África Occidental,
ISWAP) también conocido como Daesh-Wap, ambos tributarios del Daesh global, los
que también operan en la cuenca del lago Chad.
Además, el noreste nigeriano, han debido sufrir la endémica presencia de diferentes
bandas criminales, que con un accionar muy similar a la insurgencia: asaltos, robos,
secuestros extorsivos, en muchas oportunidades es difícil diferenciarlos. Se estima que
solo entre 2010 y 2022, estas bandas criminales ocasionaron cerca de catorce mil
muertes.
Existe sobradas evidencias que en muchas oportunidades los terroristas han contratado
los servicios de estas bandas criminales, para la realización acciones específicas, como
el asalto al tren de la Nigeria Railway Corporation (NRC), Abuja–Kaduna en marzo del
2022 (Ver: Nigeria, el terror se expande y se confunde.) o como el secuestro masivo de
estudiantes en una escuela de la localidad de Kuriga, en el Estado de Kaduna, (Ver:
Nigeria: El eco infinito).
Dado que prácticamente, en toda la franja del norte nigerino, fronteriza con Níger y
Benín, se producen de manera constante choques entre tropas del ejército, las policías
locales y los grupos de autodefensa, con insurgentes y bandidos, es muy llamativo, que
en este contexto, como se denunció, el pasado miércoles diecinueve, que una khatiba

del Jama’at Nasr al- islām wal Muslimīn (Grupo de Apoyo al islām y los musulmanes o
GSIM) tributario de al-Qaeda en el Sahel, haya ingresado desde la región norte de
Benín, al territorio nigerino, poniéndose en el foco de las fuerzas de seguridad, y de las
membresías del Daesh.
Si bien la presencia de al-Qaeda, en Nigeria, no es para nada una novedad, si alarma
este nuevo intento de restablecerse. Ya lo había intentado en 2019, 2020 y 2021, bajo el
nombre Mermeladaāʿatu Unṣāril musulmánīna fī Bilādis Sūdān (Vanguardia para la
protección de musulmanes en las tierras negras) más conocido como Ansaru, que no
paso nunca de una dotación de cien muyahidines que apenas han podido golpear con
ataques furtivos, en algunas áreas del centro noroeste del país, aunque desde que
Abubakar Shekau, el mesiánico líder de Boko Haram, muero hace unos años juró
lealtad al Daesh, abandonando a la organización de Osama bin Laden en 2014, nunca
funcionó, ya que siempre se ha encontrado con la resistencia tanto de Boko Haram,
Daesh-Wap y el propio ejército, que en muchas oportunidades recibió información de
sus movimientos de las milicias del Daesh.
Según se ha informado, los estos milicianos, se han establecido en el Parque Nacional
del Lago Kainj, en el Estado de Níger (no confundir con el país vecino), uno de los más
grandes de Nigeria. En este parque, con más de 5.300 kilómetros cuadrados de
extensión, otros grupos armados, también lo habrían usado de santuario, en diferentes
pasajes de la guerra. Es por esta causa que desde hace dos años se mantiene cerrado, el
Kainj, albergaba una importante población de leones, que, en estos últimos años, se ha
visto seriamente amenazada, ya no solo por el accionar terrorista, sino también por la
presencia de cazadores furtivos y a lo que hay que agregar el cambio climático, que
produce prolongadas sequías, a las que le suman altas temperaturas.

La migración de muyahidines del GSIM, a Nigeria, cuyo epicentro ha sido
históricamente el norte de Mali y de Burkina Faso, y que recién en estos últimos años
había empezado a avanzar hacia la cuenca del golfo de Guinea, instalándose
particularmente, en Togo y Benín, se debería a la endeble situación de seguridad del
Estado de Níger, sumada a la crítica situación económica, lo que hace más factible la
posibilidad de reclutar a los más jóvenes, a los que solo les queda migrar o convertirse
en muyahidines.
Otra de las razones de la mudanza de al-Qaeda a Nigeria, está vinculada a los éxitos de
las acciones conjuntas, de las juntas militares de Mali, Burkina Faso y Níger, que, tras
haber derrocado a los gobiernos corruptos e ineptos para sobrellevar la guerra contra el
terrorismo, en esos países, dejando toda la estrategia a las diferentes operaciones
militares de Francia, los Estados Unidos y Naciones Unidas, cuya verdadera intensión,
por diferentes razones geo-estrategias políticas y económicas, nunca ha sido derrotar a
la insurgencia, los nuevos gobiernos de Bamako, Ouagadougou y Niamey han
contratado la empresa de seguridad rusa Grupo Wagner y la asistencia, con armas y
asesores del ejército ruso.
A medida que la información sobre la presencia de al-Qaeda en Nigeria se fue
confirmando el gobierno del presidente Bola Timbu, anunció la compra de cincuenta
aviones militares, para combatir el terrorismo, en la región noroeste del país, mientras
sigue desguarneciendo el noreste, históricamente postergado por el gobierno de Abuja.
De concretarse efectivamente la información sobre el arribo de efectivos de al-Qaeda al
noreste nigeriano, un nuevo escenario de violencia se estaría activando, ya que las dos
bandas de Daesh, Boko Haram como el Daesh-Wap, no van a estar dispuestos a admitir
la presencia de sus antiguos hermanos, muchos más ahora en que la organización

fundada por Osama bin Laden, como la de Abu Bakr al-Bagdadí, se encuentran en una
guerra global, en cada territorio de los que cohabitan, desde Afganistán, a Medio
Oriente, el Sahel y ahora quizás también Nigeria, hasta hace muy poco territorio
exclusivo del Daesh. Esta última organización, mucho más territorial que al-Qaeda.
¿Rumbo a la capital?

En julio del 2022, el Cuerpo de Seguridad y Defensa Civil de Nigeria había alertado a
acerca de qué comandos, tanto de Boko Haram, como del Daesh-Wap, preparaban
golpes dentro de Lagos, la mega capital comercial de Nigeria, con una población
cercana a los 25 millones, ubicada en el sur del país sobre la costa atlántica. Con cerca
de 160 grandes barrios marginales, donde la desocupación, particularmente entre los
jóvenes, son extremadamente altas, un objetivo ideal para el reclutamiento de nuevos
combatientes para las organizaciones terroristas o bandas criminales.
Desde entonces, se han generado varias alertas, sobre posibles ataques, aunque por
ahora no se han producido, aunque se han incrementado los secuestros extorsivos en la
misma ciudad y a sus alrededores.
La región sur de Nigeria ha sufrido con frecuencia ataques, que incluso han dejado una
importante cantidad de muertos, como la masacre en la Iglesia Owo, estado de Ondo, de
2022, que dejó cerca de cuarenta personas. Estos ataques, atribuidos al crimen común,
por las autoridades, también el ataque el Daesh-Wap, se lo habría adjudicado.
El pasado enero, a lo largo del corredor Lagos-Ibadan, se produjeron varios secuestros
de figuras políticas. En ese mismo mes, también fueron asesinados dos líderes
tradicionales del estado de Ekiti. En mayo, siete viajeros fueron secuestrados y otro
asesinado en la autopista Sagamu-Ijebu-Ode.

Estos hechos de inseguridad, son los que han alentado las teorías, de que los terroristas
se estén expandiendo hacia Lagos, son las señales de que se está experimentando
inseguridad en la región de Lagos.
La ciudad más populosa y centro de la actividad económica y comercial, del país, tanto
para el crimen común, como para el terrorismo encierran infinitas posibilidades, para
recaudar fondos y ganar exposición mediática, ya que como en cualquier gran ciudad
cualquier suceso tiene mucha más atención mediática, además de que un atentado en
cualquier punto de Lagos, una iglesia, una mezquita, mercado o contra alguno de los
muchos grandes paraderos de buses, indudablemente muertes masivas de personas
inocentes.
Al igual que Abuja, Lagos, está fuertemente custodiada, ya que es un objetivo
sumamente tentador para cualquier organización terrorista, mientras que para el
gobierno sería un golpe de suma gravedad política, por lo que existe una gran cantidad
de puestos de control en todos los accesos viales y en lugares públicos, como centros
comerciales, edificios estatales, en un contexto de guerra, al que se acaba de agregar un
nuevo jugador, al-Qaeda, nada menos.
*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en
África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook:
https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.

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