Europa. La necesidad de la abstención contra el euroimperialismo
Por Iñaki Gil de San Vicente, Resumen Latinoamericano, 4 de junio de 2024.
Compañeras y compañeros de Salobreña, de Andalucía entera y de los pueblos obreros de Europa reunidos en este acto de masas del 7 de junio: nos imploran los grandes capitalistas que les votemos en las elecciones europeas del próximo 9 de junio porque, según su propaganda, es mucho lo que está en juego… para ellos. Nos piden que esta vez sí les creamos cuando nos prometen de todo, y que olvidemos el empobrecimiento y las restricciones democráticas que estamos sufriendo en estos últimos cinco años, porque aseguran que la Unión Europea no es la responsable. Nos dicen que el nuestro es un voto imprescindible para contener el avance del fascismo, para derrotarlo antes de que se apodere de las instituciones europeas. Sostienen que está en juego la «democracia europea» sometida a tres peligrosos ataques: el del fascismo, el del «imperialismo ruso», y el de retroceso socioeconómico en el mercado mundial. Nos aseguran que nuestro voto es la garantía de que, por fin, empecemos a caminar hacia la «justicia social» y la «libertad».
Es todo falso. En realidad, la Unión Europea es un apéndice del imperialismo yanqui, con cierta autonomía en cuestiones de segunda o de tercera categoría teniendo en cuenta los graves problemas que minan desde su interior al capitalismo occidental. Pero en los temas decisivos, prioritarios para la gran burguesía anglosajona la UE no tiene la mínima autonomía frente al poder omnívoro de Walt Street, del Pentágono y de Washington. Pero no creamos que las burguesías europeas quieren independizarse de EEUU, al contrario saben que le necesitan para no hundirse definitivamente en lo hondo de la competencia internacional.
La UE es el tercer eslabón de la cadena imperialista: el primero es el formado por EEUU, Gran Bretaña, el ente sionista llamado “Israel” y Australia; el segundo es Japón y Corea del Sur; el tercero es la UE. Por su ubicación en el occidente de Eurasia, la UE es el brazo sociopolítico de la OTAN en su guerra de desgaste contra Rusia para sostener a dictadura ucronazi dirigida por Zelenski en preparación de un conflicto más generalizado contra China Popular y gran parte del mundo. La UE es, por ello, la base fundamental para rearmar y legitimar al régimen sionista en su genocidio contra Palestina; también es el sargento chusquero para y controlar el Mediterráneo, ayudar a Marruecos contra el pueblo saharaui, amenazar a Argelia y por extensión al Sahel, y encadenar a Andalucía.
También, y de cara a las naciones trabajadoras encarceladas en sus barrotes, la UE es el instrumento por excelencia para intensificar la centralización y concentración de capitales alrededor de la burguesía del norte de Europa, de Alemania sobre todo, en detrimento de las dos zonas adyacentes, la de las clases trabajadoras del Estado francés, de Italia y de muchas zonas del Este y, la más explotada, la del sur, la andaluza, por ejemplo. Y es que dentro de la UE también hay una cadena subimperialista que saquea, transfiere valor hacia el norte al capital transnacional y yanqui, y condena a la nación andaluza a la pobreza. En estos últimos cinco años, la UE y su Parlamento han cumplido fielmente las órdenes del capital en sus planes estratégicos: el último, el más reciente, es el del rearme intensivo, el de reinstaurar el servicio militar burgués obligatorio. Hay que organizar la guerra en Europa contra Eurasia en beneficio del dólar y de la libra esterlina.
El Parlamento Europeo, al que quieren que votemos, es la fachada que oculta la fábrica de muerte que están montando sobre una realidad social empobrecida, limitada cada vez más en sus derechos y llena a rebosar de policías, militares y jueces de derechas. Nos dicen que si avanza el fascismo es por nuestra responsabilidad, no por la de los silencios y concesiones que ese Parlamento hace a diario. La historia nos enseña que el fascismo avanza en la medida en que no encuentra resistencia popular, en donde no tiene que enfrentarse a un proletariado consciente y organizado para vencerle y derrotarle. Desde hace dos décadas el fascismo se ha recompuesto y crecido a la sombra de la pasividad de las instituciones europeas, de su Parlamento sobre todo.
La mejor manera de derrotar al fascismo es crear una flexible, extensa y ágil red de organizaciones antiimperialistas y antifascistas que sea el embrión de una potente fuerza revolucionaria internacional. Los años de existencia del Parlamento Europeo no han detenido el renacimiento del monstruo, y menos aún lo han debilitado. Seguir votando a esta burocracia es mantener a los pueblos obreros en la suicida creencia de que se puede vencer al fascismo desde dentro de las instituciones y poderes que le han protegido en la sombra durante años, y que ahora se niegan a enfrentarse decididamente a él. También es mantenerles en la utopía reaccionaria de que se puede acabar con el militarismo, con la OTAN, votando a quienes lo justifican y la arman. Por extendernos, votar al Parlamento Europeo, al margen de a qué partido se elegida, es legitimar a esa máquina de precarización y autoritarismo que es la Unión Europea.
La nación andaluza está poniéndose en pie contra este Moloch que engorda con la sangre de las clases y pueblos explotados.
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