Burkina Faso, un fin de semana sangriento

Guadi Calvo*, Resumen Latinoamericano, 29 de febrero de 2024.
 
En el fin de semana, que fue desde el viernes veintitrés, hasta el domingo veinticinco,
los grupos terroristas que operan en Burkina Faso, el Estado Islámico del Gran Sáhara
y el Grupo de Apoyo al islam y los musulmanes (Jama’at Nusrat-ul-islam wal-muslimīn,
JNIM), tributario de al-Qaeda, protagonizaron una serie de ataques simultáneos, contra
templos religiosos y bases militares, para lo que debieron movilizar miles de
muyahidines, dando una muestra espelúznate de su poder de fuego.
Desde 2016, que comenzaron a llegar a Burkina Faso, las khatibas terroristas, referentes
de al-Qaeda, o del Daesh, que, hacía cuatro años, asolaban el norte de Mali, se supo que
habían llegado para quedarse y expandirse, provocando miles de muertos, se estima
entre veinte y veinticinco, millones de desplazado. Los terroristas, protagonizando
matanzas de civiles, numerosos secuestros, atacando pueblos, escuelas, mezquita e
iglesias y también ha asesinado a cientos de efectivos de las fuerzas de seguridad y del
ejército, con emboscadas y asaltos a bases y campamentos militares. Lo que finalmente
obligó a las autoridades a cerrar todas las escuelas en el norte del país.
En marzo de 2019, el misionero católico español, César Fernández, que aparentemente
había sido secuestrado en febrero, cuando viajaba en cercanías de Djibo, para aparecer
asesinado, unos días después. En agosto de 2021, el gran imán de Djibo, también había
sido secuestrado en una ruta, para aparecer muerto, tres días después.
Pesé que hasta hace un exactamente año, en Burkina Faso, tras un golpe de Estado, al
igual que en Mali y Níger, contaba con la presencia de distintas operaciones militares

francesas, cómo la Barkhane desde 2013, en Mali y más tarde en Níger o la Sabre,
activaba desde 2009, mucho antes de que el terrorismo wahabita se instalara en Burkina
Faso, y que operaba, más como una fuerza delegada de los distintos gobiernos
franceses, para el control político del país que en cuestiones de seguridad.
Prácticamente, al unísono, los jóvenes militares instalados en Bamako, N’Djamena y
Ouagadougou, decidieron la expulsión de todas las fuerzas de la vieja metrópoli, y
combatir al terrorismo con sus propios ejércitos, con la asistencia del Grupo Wagner,
mercenarios de origen ruso, para algunas cuestiones fundamentalmente, el
entrenamiento de sus tropas. Además de la creación de grupos paramilitares, ordenando
el reclutamiento cercano a unos cincuenta mil hombres para Voluntarios para la
Defensa de la Patria (VDP). Que pasaron a reforzar a los efectivos del ejército y el
grupo de autodefensa, los Koglweogos (en lengua mooré: vigías del bosque), activo ya
hace varios años.
A pesar de ello, poco se ha podido hacer, para controlar en accionar terrorista. Según
investigaciones de diferentes ONGs, cerradas, el pasado veintisiete de febrero, en
Burkina Faso, los ataques contra las poblaciones provocaron el desplazamiento de cerca
de tres millones de personas, obligándolas a converger a zonas urbanas y semi urbanas,
en busca de seguridad, incrementándose los problemas de vivienda, el acceso a los
servicios de salud o de la falta de trabajo. Además de agravar la situación de niños, que,
según estudios de Naciones Unidas, una cuarta parte de todos los menores de cinco
años, tienen un retraso en el crecimiento como resultado del hambre al que son
sometidos.
Solo el año pasado, los desplazamientos, fueron alrededor de 983 mil, cuándo para
marzo, de ese año, las cifras oficiales, sobrepasarían apenas los dos millones. Además,

hay que agregar, que, más de seis millones y medio, de los veintidós millones de
habitantes, del país, necesitaran asistencia humanitaria este año, un treinta y cinco por
ciento más, que el año anterior, en que esa ayuda alcanzó solo a un treinta seis por
ciento.
En Djibo, una ciudad de la norteña provincia de Soum, en la región saheliana de
Burkina, con una población estimada en unas treinta y cinco mil almas y que, tras
diferentes oleadas de desplazados, ha superado los trescientos mil; el asedio terrorista,
esta impidiendo, el acceso a los campos de cultivos, al cuidado del ganado, y salir de la
ciudad con sus productos a comerciar con aldeas cercanas. Lo que está incrementa el
riesgo de hambruna. Por lo que muchos han empezado a cultivar a los alrededores de
sus casas, veredas y patios, lo que hasta el comienzo del conflicto estaba prohibido.
Debido a que los terroristas han saqueado los tanques de agua, que distintas ONGs,
había construido y las instalaciones de la compañía nacional de agua, destruyendo las
bombas extractoras, los pobladores, han empezado cavar pozos, para utilizar el agua, a
pesar de que no es del todo potable, ya que llega fangosa y con olores fétidos.
Con alguna frecuencia desde Ouagadougou, la capital del país, llegan, convoyes
militares y helicópteros, con insumos para paliar la situación humanitaria, que continúa
siendo catastrófica. Por lo general, estos trasportes vuelven abarrotados de personas que
quieren abandonar el asedio, en muchos casos, dejándolo todo atrás.
También los pobladores de Djibo, han denunciado, que las fuerzas de seguridad,
encargadas de controlar el tránsito de alimentos, hacia zonas donde se presume que se
localizan los campamentos muyahidines, han asesinado a civiles, confundiéndolos con
insurgentes. Lo que de alguna manera es comprensible, dado de que, de esta ciudad, ha

nacido uno de los primeros grupos integristas locales Ansaroul islam (Defensores del
Islam) que rápidamente buscó incorporase a Estado Islámico del Gran Sáhara (EIGS).
Al igual que Djibo, decenas de ciudades y pueblos, particularmente en el norte de
Burkina, están sitiadas, aunque Djibo, debido al tamaño de su población y el tiempo que
lleva bloqueada, se convirtió en un emblema del sufrimiento que padecen los
burkineses. Aunque desde hace uno dos años Burkina Faso, también se ha convertido
para las organizaciones terroristas en un puente hacia los países de la ribera del Golfo de
Guinea, particularmente Beni y Togo. Donde los asaltos, saqueos y ataques contra
objetivos militares, son cada vez más frecuentes.
Contra Cristo y contra Allah.

Contra Cristo y contra Allah.

El pasado domingo veinticinco, dos ataques que prácticamente fueron simultáneos, de
los que todavía las autoridades burkinesas, no han podido dilucidar si han sido
coordinados, se produjeron contra una iglesia católica, en la aldea norteña de Essakane,
en la provincia de Oudalan, al noreste del país, próxima a la zona que se conoce como
“tres fronteras” (Burkina, Mali y Níger) donde los grupos terroristas son sumamente
activos, utilizado la porosidad de las fronteras. Los atacantes, que habrían llegado en
plena misa, asesinaron, con ráfagas de Kaláshnikov, a por lo menos quince feligreses. El
otro se produjo durante el rezo de fajr (amanecer) la primera oración del día, en una
mezquita de Natiaboani, un poblado de quince mil habitantes, del departamento de Fada
N’Gourma, provincia de Gourma Oriental, al suroeste del país, un importante centro
comercial, entre productores de Burkina Faso, Benín y Togo. Desde 2018, esta región

está sufriendo un incremento de las acciones terroristas, leve, pero cada vez más
frecuentes.
El ataque contra la mezquita, habría producido una cantidad mayor de muertos, de lo
que se había anunciado en un principio, que eran una docena. Todas, las víctimas, eran,
obviamente, musulmanes, mayoritariamente hombres, entre ellos un, impórtate, líder
religioso de la región.
Según algunos testigos, una gran cantidad de muyahidines, que se desplazaban en
motos, y fuertemente armados, habrían llegado durante plena noche, ya que la oración
de fajr comienza momentos antes del amanecer, rodearon el edificio, comenzaron la
masacre.
Según algunas versiones, tras el ataque a la iglesia católica, el ejército habría localizado
a los responsables y los persiguió hasta un poblado abandonado, cerca de Djibo, donde
consiguieron neutralizar unos cuarenta de los insurgentes.
Durante el fin de semana pasado, además de los ataques a los templos religiosos, se
produjeron combates en Pensa, Natiaboani, Kongoussi, Ouahigouya y Tankoualo,
después que los terroristas hayan lanzado una operación en la que ocuparon, según la
prensa hordas de combatientes. En varios ataques simultáneos, contra posiciones de las
Fuerzas de Defensa y Seguridad (FDS) y del VDP, que fueron asistidos con apoyo
aéreo, lo que permitió que muchos terroristas fueron neutralizados, perdiendo una gran
cantidad de equipos.
En Kongoussi, al menos mil combatientes, atacaron la posición temporal del 16º
Batallón de Intervención Rápida, en la zona de Yalk. Además, sufrió ataques, el
Batallón de Marcha Mixta Toessin, en el área de Ouahigouya.

En un comunicado del Grupo de Apoyo al islam y los musulmanes (Jama’at Nusrat-ul-
islam wal-muslimīn, JNIM), tributario de al-Qaeda, anunciaron la toma de una base
militar en Natiaboani, en que al menos un centenar de terroristas, vencieron la
resistencia de militares y Voluntarios para la Defensa de la Patria (VDP), en un fin de
semana particularmente sangriento.
*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en
África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook:
https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.

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