Bolivia. Más de lo mismo
Por Camilo Katari, Resumen Latinoamericano, 20 de octubre de 2022.
“Otro golpe es imposible” argumentó un querido amigo, cuando comentábamos la situación en Santa Cruz. Primero en Bolivia nada es imposible. Por otro lado, los residuos de los partidos de la derecha política han realizado su máximo esfuerzo en las dos últimas elecciones, sin lograr su objetivo de, por lo menos organizar una base territorial nacional.
Por otra parte, el “cerebro”, que es mucho adjetivo para el personaje que comenzó su cruzada con el propósito de entregar una carta, es uno de los instrumentos para desestabilizar el gobierno democrático, y que representa un proyecto político-económico-territorial concreto y sostenido.
UNA INFELIZ COINCIDENCIA.
EEUU, está desprestigiado en Europa, por lo menos para los pueblos y los nacionalismos están tomando la dirección de los años 30, apoyando las tendencias nacional-fascistas, en unos casos y en otros se movilizan en las calles, como en el caso de Francia y Alemania. Esto ha definido una agresiva política exterior (encubierta) por parte de EEUU para reinstalar su poder en América del Sur; la batalla contra Venezuela, queda demostrado, la perdió; entonces ubica los factores que puedan contribuir a su estrategia geopolítica y es aquí que coincide con un proyecto político regional de una oligarquía formada durante más de 60 años, estamos hablando del proyecto independentista de Santa Cruz.
Durante más de medio siglo se ha generado una conciencia colectiva respecto al “centralismo” discurso que olvida que el desarrollo del oriente del país se debió a ese “centralismo” con inversiones de grandes capitales que se generaron en occidente, especialmente de la minería, pero el proyecto independentista ha cambiado la historia y tiene una historia oficial que se reproduce desde el jardín de infantes hasta la universidad, cosa comprobadísima con un reciente audio de un “docente” de la facultad de derecho.
Entonces el proyecto geopolítico de EEUU coincide y promociona el separatismo, propuesto por esta oligarquía regional, inspirada en la ideología racista de Moreno. Esta coincidencia trasciende la formalidad de la política como es la democracia y la representación partidaria, basada en el respeto a los marcos jurídico-legales; por lo tanto, estamos siendo testigos de una alteración del orden democrático que tensiona, sin lugar a dudas a todo el país, porque los huérfanos políticos, en todo el país, se adhieren a cualquier aventura que les permita algo de notoriedad para sus proyectos políticos individuales.
Si la democracia importa poco a este eje EEUU-Oligarquía oriental, la aventura golpista es pues la única carta disponible, y como en el proceso del 2019 existirán varios intentos hasta que finalmente lo consigan. No debemos olvidar que hubo varios amagos de golpe antes del 2019, incluido el impulsado por “intelectuales y académicos” que desde el colonialismo epistemológico “defendieron” a los indígenas del Tipnis.
En Bolivia la conspiración es la base de los proyectos políticos de poder, sobre todo porque deben incluir a los dos factores de poder fáctico que son la Policía y las FFAA, aunque no sean los protagonistas de primera fila, en el norte ya saben que el militarismo de los 70 y 80 es inviable, por eso se aplica el Lawfare, exitoso en Paraguay, Brasil y relativamente en Argentina.
Lamentablemente la despolitización y desideologización, ha desarmado a las organizaciones populares, especialmente en sus direcciones, que no han podido reemplazar la combatividad y claridad del proletariado minero, respecto a la confrontación real frente al fascismo.
Es mejor tener presente que las asonadas golpistas son una realidad en Bolivia y la fuerza popular que arranca el poder momentáneo de los golpistas, también es una constante, sacrificada y trágica realidad.
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