Chile. Presentan “Mireya”, la revista del MIR

Resumen Latinoamericano, 13 de febrero de 2021.
El MIR chileno acaba de publicar una revista de pensamiento crítico denominada “Mireya” (por una de sus compañeras caídas en combate en 1976). Presentamos el Editorial de la publicación y el PDF de la publicación completa.
Editorial
“Hoy quiero conversar contigo con la certeza de que se trata de una utopía. ¿Sabes por qué? Para que juntas recordemos. Siempre lo he hecho con otros compañeros y compañeras. Hoy debe ser contigo y sin intermediarios, para que los recuerdos caigan en forma de palabras sobre la página de esta Revista que lleva tu nombre y que se iniciará con tu Editorial.
¿Te acuerdas que siempre hablamos del minuto exacto en que ocurren hechos positivos o negativos para nuestras vidas? Y eso pasó con nosotras, ¿recuerdas? Fue ese minuto exacto que me acerqué a la ventana de mi dormitorio que daba a la calle Melania, paradero 30 de la Gran Avenida y tú caminabas a tientas buscando alguna numeración. Te llamé bajito: “Mireeeya”. Miraste y en tu cara de preocupación se dibujó una sonrisa. Andabas en mi búsqueda. Conversamos mucho, mucho. Tenías tanta sabiduría acumulada en tus pocos años de vida, que hasta hoy mismo, después del tiempo inexplicable, agradezco esa maravillosa herencia.
Te comento que admiré tu control cuando me dijiste que tu padre se había ido a Colombia, tu madre con Paty al Sur, y que tú dormías todos los días en el Cerro San Cristóbal porque no tenías dónde ir. Varias puertas se habían cerrado y buscaste cobijo conmigo. Compartimos mi casa, con una leyenda que felizmente dio resultado.
Imagino el momento cuando recordaste que dos años antes nos quisieron expulsar del liceo porque nos sorprendieron repartiendo información acerca del FER que habíamos fundado junto a otras compañeras. Sonreías y recordaste aquella vez que nos llevaron al teatro Municipal de Santiago y en el intermedio de la obra Antígona, Aldo nos entregó las hojas cartas impresas. Entonces las escondimos en un baño del teatro, teníamos 17 años llenos de sueños de libertad y justicia. Pero solo lograron despojarnos de toda responsabilidad en el centro de alumnas.
Siento tu voz de esa noche que conversaste mucho, y sellamos el compromiso de seguir hasta el final con un tremendo abrazo y me dijiste que no era un juego, que todo era real y peligroso si no teníamos cuidado. El secreto era la clave para sobrevivir.
Esa noche fue de canto. Te gustaba la canción de Serrat “De parto” y Penny Lane de The Beatles. Festinamos con la pronunciación, mientras depilamos tus cejas y cortamos tu cabello para ampliar tu frente. Sonreías porque te dolía, pero ahí estábamos, tratando de cambiar un poco tus rasgos tan particulares. Recordaste ese amor que tenías a ratos, cuando se podía; me hablaste de lo difícil que sería escapar si llegaban a casa: una entrada y salida, muchas casas hacia ambas esquinas. Me regalaste un bolso escocés rojinegro y me dijiste que guardara una muda de ropa. Siempre estuvo colgando junto a tu bolso a los pies de nuestra cama.
No había llegado el dinero para movernos a los puntos, estabas preocupada y nos gastamos el dinero que mi padre había dejado para pagar la cuenta de la luz eléctrica. Llegó el cobro con el saldo impago, mentí, dije que lo había pagado y que no me percaté si lo descontaron. Con nuestra juventud sonreímos por el incidente, pero nos inquietó mentir. La preocupación se diluyó pues el dinero era para la “causa”, y entonces estaba bien.
ecuerdo cuando nos despedíamos a diario, pues tú debías cumplir con la leyenda de que aún estudiabas literatura en la U. Fuera de mañana o de tarde, tu destino era el lugar que te cobijó y que conocías, el Cerro San Cristóbal.Mireya 4
Debías partir tú primero y después yo. Nos abrazamos antes de dormir, luego de conversar largo y tendido sobre el compromiso y seguir hasta la victoria final, como decíamos siempre.
Al día siguiente salí antes que tú. Nos dimos un abrazo fuerte, lleno de sueños y compañerismo. Fue la última vez que nos vimos. Te cuento que por la tarde llegué a casa y en un lugar de mi mesa vi ese papel escrito firmado con una M, saludando y agradeciendo la solidaridad de mi madre y padre, que ellos desconocían. Nunca se enteraron quién eras y por qué estabas en casa. La leyenda soportó ese secreto.
Te cuento hoy, a ti por vez primera, que ese 24 de febrero de 1976 en ese allanamiento, la radio habló de unos extremistas que se habían enfrentado con las fuerzas represivas, con resultado de muerte. Mi corazón latió fuertemente, era una situación recurrente en esos días para el MIR, y sin desearlo en absoluto, esperaba que no se tratara de nadie conocido, menos de ti. Pero ahí estaban los nombres. Eras tú, Mireya, compañera, y tu hermano Iván. Te cuento sin dramatizar que parte de mi vida se fue con ustedes. Los momentos vividos, las reuniones en tu casa durante la UP, después en dictadura; los puntos, caminatas, lugares y conversaciones, soñando un futuro de justicia para todos los marginados y desposeídos de siempre. La radio repitió cada una hora la noticia. Fue un gran hallazgo para los mercenarios. La TV describió con morbosidad la cacería de los victimarios y los diarios cómplices escribieron su triunfo.
Te digo que muchos años después, por Otilia, supe que no te fuiste en ese momento, que resististe sobrehumanamente los impactos que llegaron a tu cuerpo, pero tu vida dependía de la sed de muerte de tus asesinos y la Villa Grimaldi fue testigo de tu último suspiro. Te imagino y siento que partiste con la esperanza de que, sin ninguna duda, lo lograríamos quienes tomábamos la posta.
Hoy 2021, a 45 años de tu partida y con muchos otoños en mi piel, desde mi profundo sentimiento de clase, continuaré la lucha contra el capitalismo depredador y la dictadura de la explotación humana que se ha impuesto en todo el planeta. Es mi disposición cotidiana: luchar contra este modelo neoliberal productor de miseria. Es y será el único contrato que firmé y nunca jamás tendrá finiquito. Continuaré trabajando por la conquista de los derechos de las necesidades populares. El desafío de la emancipación humana de los pobres de la Tierra y de la construcción de una sociedad justa permanece intacto.
Agradezco infinitamente la posibilidad que me brindó la vida de formarme al alero de tu familia y presumo una certeza: hoy estaríamos en la misma trinchera con todos los otoños vividos, no perdiendo la osadía y la fuerza de una sobreviviente juventud que resiste en tantos lustros vividos.
Mireya, juntas con otras y otros compañeros seguimos
porfiando, porque el capitalismo es un crimen contra la humanidad.
¡La lucha continúa!
¡Hasta la Victoria siempre!
You must be logged in to post a comment Login